Traducción jurada

La traducción jurada tiene un papel esencial en el marco legal y administrativo, ya que es un tipo de traducción certificada que otorga validez oficial a ciertos documentos traducidos. Este procedimiento es realizado exclusivamente por traductores o intérpretes jurados autorizados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en España. Su importancia radica en garantizar que un texto traducido sea fiel al original y esté respaldado por una certificación formal que asegura su autenticidad y precisión.

¿Qué es exactamente una traducción jurada?

En términos legales, la traducción jurada es una traducción oficial que confiere efectos jurídicos al documento traducido para ser aceptado ante organismos oficiales, tribunales u otras instituciones de relevancia pública. Se diferencia de otras traducciones en que incluye el sello y la firma del traductor jurado, además de una declaración explícita donde el profesional certifica la correspondencia exacta entre el texto original y su traducción.

Este tipo de traducción se realiza en formato escrito y, generalmente, en papel. Dentro del documento, deben añadirse indicaciones específicas para reflejar elementos no textuales del original, como sellos, marcas de agua, signos o fragmentos ilegibles, de manera que el contenido mantenga fidelidad total al texto de origen.

¿Quién puede realizar una traducción jurada en España?

En España, solo los traductores o intérpretes jurados designados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación están autorizados para llevar a cabo una traducción jurada. Esto implica que dichos profesionales han superado exámenes oficiales organizados por la Oficina de Interpretación de Lenguas y han sido registrados en la misma oficina tras su nombramiento.

Además, traductores jurados acreditados en otros países pueden ejercer en España siempre que hayan obtenido el reconocimiento oficial de sus credenciales según la normativa aplicable. Es importante destacar que estos profesionales son independientes, no empleados públicos, y pueden trabajar tanto por cuenta propia como ajena, siempre dentro del marco territorial establecido.

En referencia al trabajo de los traductores jurados, el artículo 8 del Real Decreto 724/2020, de 4 de agosto, establece la obligación de garantizar la fidelidad y exactitud de la traducción para que esta sea válida en procedimientos administrativos o judiciales.

Diferencias entre traducción jurada y traducción jurídica

Es común confundir la traducción jurada con la traducción jurídica, pero son conceptos diferentes. La traducción jurada abarca cualquier tipo de documento, ya sea jurídico, académico o de otra índole, siempre que este deba tener validez legal y presentarse ante una institución pública. Por otro lado, la traducción jurídica se centra en materiales estrictamente legales, como contratos, estatutos o textos normativos, aunque no requieran ser certificados oficialmente.

En términos prácticos, las traducciones jurídicas suelen carecer del carácter oficial que exige la traducción jurada, ya que no conllevan la certificación mediante la firma y sello de un traductor jurado. Por ejemplo, un contrato comercial puede traducirse sin carácter jurado si está destinado únicamente a información interna o a uso privado, pero deberá ser jurado si se presenta ante una administración.

Ámbitos que exigen una traducción jurada

La traducción jurada es un requisito frecuente en múltiples ámbitos, como:

  • Trámites educativos: Por ejemplo, al homologar títulos o certificados académicos obtenidos en otros países para presentarlos ante universidades o instituciones reguladoras en España.
  • Procedimientos judiciales: Documentos como actas de juicio, sentencias o pruebas documentales en lenguas extranjeras suelen requerir traducción jurada para ser admitidos en procesos judiciales.
  • Procesos notariales y administrativos: Esto incluye la traducción de testamentos, poderes notariales o escrituras que deban ser otorgados autenticidad oficial.
  • Documentos personales y privados: Como certificados de nacimiento, matrimonio, defunción, pasaportes, entre otros, que deben ser validados ante administraciones públicas españolas.

Documentos susceptibles de traducción jurada

Prácticamente cualquier documento puede ser objeto de una traducción jurada si debe satisfacer requisitos legales o administrativos. Algunos ejemplos frecuentes incluyen:

  • Certificados como los de nacimiento, matrimonio, antecedentes penales o estado civil.
  • Títulos universitarios y acreditaciones profesionales.
  • Poderes notariales, testamentos y escrituras públicas.
  • Resoluciones judiciales, como sentencias o comisiones rogatorias.
  • Contratos laborales, comerciales o empresariales que deben ser presentados ante entidades públicas.

Es importante señalar que no es el contenido del documento lo que determina si debe traducirse de forma jurada, sino el propósito de la traducción. Por ejemplo, en el ámbito empresarial, un estatuto societario puede necesitar traducción jurada si debe presentarse en el registro mercantil de otro país, pero no en caso de tratarse de una consulta interna.

Cuándo no es necesaria una traducción jurada

No todos los documentos legales requieren una traducción jurada. En muchos casos, una traducción jurídica realizada por un profesional experto será suficiente si no existe necesidad de validación oficial. Algunos ejemplos de documentos que no suelen necesitar traducción jurada son textos normativos, como leyes o decretos, jurisprudencia o doctrinas jurídicas destinadas a análisis académico.

En Consultame.net, entendemos la importancia de elegir el servicio más adecuado según las particularidades de cada caso. Por ello, ponemos a disposición de los usuarios la posibilidad de contactar con abogados especializados, quienes podrán asesorar sobre la naturaleza del trámite y acudir a los mejores traductores jurados en función de sus necesidades específicas.

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