El Delegado de Protección de Datos (DPD o DPO) es una figura esencial para garantizar el cumplimiento de la normativa en materia de protección de datos personales, tanto a nivel europeo como nacional. Su misión principal es supervisar que las organizaciones se adhieran a las disposiciones del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales (LOPDGDD). Esta figura adquiere protagonismo especialmente en sectores donde se gestionan datos sensibles o a gran escala, siendo un puente entre las organizaciones y la autoridad competente en protección de datos.
¿Por qué es importante la figura del Delegado de Protección de Datos?
La protección de datos personales es un derecho fundamental reconocido tanto en la normativa europea como en la española. Con el auge de la digitalización, las empresas y organizaciones se enfrentan cada vez más a retos relacionados con la gestión y tratamiento de datos personales. El Delegado de Protección de Datos actúa como garante de este derecho, asegurando una gestión adecuada, ética y legal de la información.
Su papel no solo se limita a garantizar el cumplimiento de la normativa, sino también a prevenir sanciones administrativas por incumplimientos, tales como las contempladas en el RGPD y la LOPDGDD que, en algunos casos, pueden alcanzar multas de millones de euros. Además, fomenta la confianza entre las organizaciones y sus clientes, algo esencial en la actualidad.
Principales funciones del Delegado de Protección de Datos
El Delegado de Protección de Datos se erige como una figura independiente dentro de las organizaciones. Según lo dispuesto en el artículo 39 del RGPD, y desarrollado también en la LOPDGDD, estas son sus principales funciones:
- Supervisar el cumplimiento de la normativa: garantizar que la organización cumpla con el RGPD y la LOPDGDD en todas sus operaciones relacionadas con tratamiento de datos.
- Informar y asesorar: proporcionar formación y apoyo a los responsables de los datos personales dentro de la organización.
- Gestionar evaluaciones de impacto: asesorar en la realización de evaluaciones de impacto sobre la protección de datos (DPIA) en circunstancias en las que los tratamientos puedan representar riesgos significativos.
- Función de coordinación: actuar como punto de contacto entre la empresa y la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).
- Promover medidas técnicas y organizativas: asegurarse de que se implementen medidas de seguridad adecuadas para proteger los datos personales tratados por la empresa.
¿Quién está obligado a nombrar un Delegado de Protección de Datos?
El RGPD, en su artículo 37, establece que no todas las entidades están obligadas a designar un Delegado de Protección de Datos, pero sí aquellas que operen en los siguientes contextos:
- Autoridades u organismos públicos, salvo los tribunales.
- Entidades que traten datos sensibles a gran escala, como información relacionada con la salud, religión, opiniones políticas, entre otros.
- Organizaciones que gestionen condenas o infracciones penales.
En España, la LOPDGDD amplía estos supuestos con un listado más específico sobre sectores obligados a contar con un Delegado de Protección de Datos, como los colegios profesionales, centros sanitarios, universidades, entidades aseguradoras, empresas de seguridad, entre otros.
El nombramiento de este delegado deberá ser notificado a la Agencia Española de Protección de Datos, según dispone el artículo 34 de dicha normativa, dentro de un plazo de 10 días.
Requisitos y cualidades de un Delegado de Protección de Datos
El perfil del Delegado de Protección de Datos está regido tanto por conocimientos formativos como por aptitudes personales. De acuerdo con la normativa, el DPD debe demostrar:
- Conocimientos especializados en derecho y protección de datos: aunque no es indispensable ser jurista, resulta altamente recomendable para garantizar el cumplimiento de todas las disposiciones legales vigentes.
- Independencia e integridad: debe desempeñar sus funciones sin conflictos de interés y de forma objetiva.
- Experiencia profesional: en contextos relacionados con el tratamiento de datos personales y su protección.
Además, es fundamental que el DPD tenga habilidades adicionales como capacidad de negociación, competencias de comunicación y un profundo conocimiento del sector empresarial en el que opera la organización.
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